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Mononoke

La araña

Observa a la araña, con su delicada red salpicada de lágrimas que brillan sobre líneas geométricas en una simetría encantada por el flujo y reflujo de la apariencia. Una mosca queda atrapada y muere luchando, convertida ya en alimento de la paciente criatura. De pronto, una escoba barre con todo: la mosca, la araña tejedora y su maravillosa red, prueba de que la fatalidad rige este contingente mundo.

Mil posesiones puedes tener, pero procura que ellas no te posean a ti como el polvo que se adhiere al cuerpo sudoroso. Tu conocimiento es como un copo de nieve, real en un instante efímero. Lo que sabes no es más que una insignificancia, un simple rayo de la luz que ilumina la noche infinita, huella de una huella tan recta como el vuelo del cuervo. Tu anhelo de poder y espacio es una distracción, porque estás vacío y la insatisfacción te ha ahogado.

Demasiado brillante para tus ojos es el sendero que evitas. Y no te dejes engañar por la aparente eternidad de la hora; así como la pantera es un oscuro felino omnívoro y de pronto perece desollada y asada al sol, tu vida es como un aguacero, un efímero elemento que no deja huella. Para renunciar a ru fértil vanidad y espumosa autoestima debes abrirte y fluir, preparado para consumirte de poder cuando el sendero te transporte más allá de lo que aparentas ser.

"La conferencia de los pájaros" de Farid Ud-Din Attar

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